Meditación en el Siglo XX
La palabra meditación se ha vuelto muy popular últimamente, sin embargo, detrás de su uso hay una gran confusión.
Al parecer cualquier cosa que implica estar sentado, con incienso prendido y ojos cerrados, es meditación. Esta visión reduce el potencial de meditación a relajación, además se presta a crear mucha confusión y un montón de productos tipo "fast" que no otorgan lo que ofrecen.
"Fast meditation", como fast food, sacia el hambre, pero empobrece la experiencia de comer y definitivamente, a la larga, hace daño.
Creo que, para saber más sobre meditación, sería interesante empezar por relacionar el significado de esa palabra con las razones que nos motivan a meditar.
Desde luego hay aquellos practicantes de tradiciones específicas de meditación que saben con claridad lo que están buscando y usan técnicas precisas para ello, a estos los dejamos aparte.
También debo poner una línea divisoria muy clara entre las meditaciones ortodoxas, que provienen del oriente y que fielmente siguen las técnicas milenarias, de aquellas que son occidentales, occidentalizadas y modernas. Aquí me refiero a las técnicas modernas y occidentalizadas.
En otra ocasión me gustaría hablar sobre la historia de la meditación en Occidente, pero ahora solo veamos cómo cambio, la meditación con relación a las necesidades de sus practicantes.
En diferentes épocas aquello que, en Occidente, nos motivaba a meditar era diferente, y por lo tanto las técnicas eran diferentes también.
Hace 50 – 60 años, los seguidores de la meditación buscaban experiencias de libertad, experiencias de unión, de amor. Evidentemente la sociedad empujaba en otra dirección. Todo el movimiento hippie era una manifestación contracultural y la meditación era el camino para encontrar las cualidades como plenitud, gozo, alegría, amor, unión, etc. El movimiento hippie estaba vinculado al movimiento de los existencialistas de la época para la sociedad consumista, para el culto de éxito, para las guerras. En esa época las prácticas mayormente exploradas provenían de los tantras hindúes. Se usaba varios tipos de yantras – vehículos de energía, como sonidos, movimientos, respiraciones, visualizaciones, todos para llevar al practicante a una experiencia fuera de lo cotidiano y conectar las cualidades que buscaba en esa dimensión de la mente tan lejana a la cotidianeidad.
Luego nos empezamos a acostumbrar y ya aceptamos las guerras, el consumismo y decidimos que la felicidad no está en ser libre sino en tener (cosas).
Estos poderes los hacían sentirse distintos y así confrontar la vida cotidiana desde otro ángulo. Las meditaciones se volvieron procesos más individuales, se integraron muchas técnicas del budismo y la exploración y transformación desde la mente comenzó a desarrollarse. Los practicantes ahora buscaban fuentes fidedignas y maestros experimentados para la enseñanza.
El siglo XXI ha cambiado nuevamente la estructura de la mente de los humanos y sus necesidades.
Hoy los practicantes buscan sanar los miedos, ansiedad, tristeza, insomnio, liberarse del estrés, descansar, recuperar su equilibrio.
Hoy pocos quieren explorar la mente para encontrar los tesoros ocultos allí y todos quieren una receta rápida para el malestar que viven. Las prácticas cortas, rápidas, sin un programa específico de repeticiones toman lugar de profundas prácticas de exploración y transformación de la mente. Las prácticas de hoy, como fast food, sacian porque aportan momentos de relajación. Nos acostumbran a estados cortos del bienestar y quitan el hambre por lo profundo, sanador y liberador.
¿Te parece?
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